Revueltos, enamorados, encabronados con el transcurso del tiempo, pero recuerda que unidos.
Nadie diría que llevamos tres años siguiendo la misma silueta con los dedos, o más bien, besándonos las rodillas para recordarnos que cada vez que nos caemos, a la vuelta nos esperan unas cuantas caricias y un -'Yo sigo estando aquí, ¿recuerdas?
Eso es lo especial de todo esto; alguien que te vea cuando tú cierras los ojos.
Hasta las mariposas de mi estómago sienten envidia de ser yo quien revolotee en tus ideas.
Derramarme como si quisieras gastarme.
'Si llega el día que no estemos juntos, recordaremos que nos hemos equivocado.
Porque tú eres y serás el único que me mostró a qué sabía el amor,
a qué sabía la cerveza con una conversación bonita,
o más bien, a qué sabía el futuro mientras tú, cruzabas los dedos porque todo eso se convirtiera en un baile
que durase toda la vida.
La música se paró pero no olvidaste que yo te permití seguir pisándome los pies, y que tú no hacías del dolor, quejido, sino risa.
La risa nerviosa que te sale mientras te tapas la boca al intentar explicarte sin decir nada.
Podríamos habernos ido. Podríamos haber echado raíces, pero la clave consiste en no-parar.
La libertad de verme ir y saber que quería volver aquí, contigo.
No dudes que nos echaremos de menos si nos faltamos,
recuerda que no llorabas si me veías ir, pero a lo mejor te debías haber arrepentido;
dejarnos ir sería el mayor error de nuestra vida;
y aunque volvieses a encontrar a otra a la que enamorar,
sabes que nadie te querría como yo, perdiendo las maneras, aquellas que no se ven.
Menos mal que todo eso no es verdad y que sigues aquí, besándome mis pies torpes
y las ganas de huir a cualquier sitio, pero no sin ti.
Te prometo que este baile durará todo el tiempo que quepa entre nosotros dos.